Según un reciente informe de Cyberhaven, el 34,8% de los datos que las empresas introducen en herramientas de inteligencia artificial son sensibles. Esta cifra, alarmante por sí sola, representa un aumento de más del 40% respecto al año anterior. Y sí, hablamos de código fuente, evaluaciones de empleados, planes estratégicos y más.
Un avance tecnológico que puede volverse en nuestra contra
La transformación digital ha traído consigo una ola de adopciones aceleradas de herramientas como ChatGPT, GitHub Copilot, Gemini, Claude o Notion AI, que ya forman parte del día a día de muchos profesionales. Su promesa: mayor productividad, automatización y toma de decisiones más ágil.
Sin embargo, el entusiasmo ha nublado la cautela. Las personas están ingresando información crítica en plataformas que, en muchos casos, almacenan, analizan y utilizan los datos para continuar entrenando sus modelos. ¿El resultado? Una grieta peligrosa en la privacidad corporativa.
¿Qué tipo de información se está filtrando?
El estudio de Cyberhaven detectó distintos tipos de datos comprometidos, entre los que destacan:
- Código fuente: proyectos de software completo copiados para depuración o ayuda en refactorización.
- Registros de RRHH: información de candidatos, evaluaciones de desempeño o comunicaciones internas.
- Documentación financiera y legal: desde presupuestos hasta informes confidenciales.
- Estrategias comerciales: materiales de marketing, previsiones de ventas, estudios internos.
Estos datos no solo tienen un valor operativo, sino también estratégico. Si caen en manos equivocadas —o en los datasets de entrenamientos de IA sin control— pueden suponer una pérdida de ventaja competitiva, problemas legales e incluso sanciones por incumplimiento de regulaciones como el RGPD o la Ley de Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales.
Causas: entre la urgencia y la falta de gobernanza
La raíz del problema se puede resumir en tres palabras: formación, políticas y presión.
- Falta de conocimiento: muchos empleados no comprenden que las IA públicas no son seguras por defecto.
- Ausencia de directrices claras: apenas un 4% de las empresas analizadas contaban con políticas específicas sobre el uso de IA, según datos de Gartner.
- Presión por entregar más rápido: la eficiencia operativa ha desplazado la reflexión ética y la seguridad.
Lo que debería ser una palanca de productividad está convirtiéndose en un riesgo oculto que pocas empresas están gestionando bien.
Cinco claves para proteger tu información sin dejar de innovar
Desde nuestra experiencia en automatización, IA y transformación digital, te recomendamos aplicar estas medidas cuanto antes:
Define una política clara sobre uso de IA
Incluye ejemplos concretos, como “no subir código fuente” o “no compartir documentos de RRHH”.
Forma a tu equipo
Especialmente en departamentos como desarrollo, compliance y recursos humanos. Herramientas como AI Literacy pueden ayudar.
Despliega modelos controlados
Usa modelos on-premise o en tu propia nube con herramientas como PrivateGPT o LlamaIndex + LangChain.
Monitorea el flujo de datos
Incorpora soluciones de DLP como Microsoft Purview, Nightfall o Cyberhaven.
Audita los términos de uso de los proveedores
Muchos modelos públicos retienen datos para reentrenamiento. Revisa con lupa lo que firmas con OpenAI, Google, Amazon o Anthropic.
FAQs: lo que todo líder debe saber
¿Las IA como ChatGPT guardan mi información?
Sí, a menos que uses versiones API empresariales con configuración específica. Consulta sus políticas de privacidad.
¿Existe alguna forma de usar IA sin exponer datos sensibles?
Sí, puedes optar por modelos privados como Mistral, desplegar tu propio LLM o usar soluciones privadas como Azure OpenAI.
¿Qué industrias están más expuestas?
Tecnología, salud y banca son las más vulnerables por el tipo de datos que manejan. Pero hoy, ningún sector está a salvo.
Conclusión: la IA necesita una brújula ética y técnica
Estamos entrando en una era en la que el equilibrio entre innovación y protección de datos será el verdadero diferenciador competitivo. No se trata de frenar el uso de IA, sino de gobernarlo con inteligencia y responsabilidad.
Las empresas que sepan establecer límites claros y adoptar IA de forma ética y segura no solo evitarán sanciones, sino que construirán una cultura digital resiliente y sostenible.
Porque al final, como siempre, la confianza será el activo más valioso del siglo XXI.